Caso 2
Acompañar en la despedida
Es martes, voy a visitar a Encarnación. (los nombres que aparecen son inventados para protejer su identidad) Encarnación es una paciente en situación de cáncer terminal, en tratamiento por la Unidad de Paliativos, tengo que ir dos veces en semana a cambiar la “palomilla” del sistema de Bomba de morfina que tiene para mitigar el dolor.
Su situación es dramática. El dolor y la angustia vital que tiene, la mantienen despierta y en un casi constante sufrimiento hasta las 2 de la mañana, solo consigue dormir un rato, hasta las 4 y media.
Su marido está agotado. Son muchos años así en esta situación, quizás demasiados para no poder hacer nada para poder ayudarla.
Cuando la visito cada mañana, Encarnación se me muestra como una mujer luchadora y optimista, a la que la vida le está haciendo enfrentarse con lo más doloroso que el ser humano pueda imaginar. Tiene dos hijos, María es la pequeña, tiene 22 años, estudia en la universidad, y vive con ellos. Fernando es el mayor, trabaja para una ONG y a veces está por Iberoamérica. Creo que dentro de un mes viene a España.
Hoy, martes, mi primer martes después del curso de Autoayuda, vengo de nuevo a verla. Me recibe con una sonrisa, como siempre, me cuenta su dolor y como “tira del bolo extra” hasta que la máquina bloquea la administración de más dosis de morfina.
“Encarnación, le cuento, este fin de semana he aprendido una cosa nueva, pero creo que puede ayudarte. Se llama Jin Shin Jyutsu, y es muy sencillo de aplicar. Solo tienes que sujetar cada uno de los dedos de tu mano derecha con la mano izquierda, uno a uno, tomándote el tiempo que te apetezca, 2 o 3 minutos con cada uno de ellos. Empezando por el pulgar y hasta llegar al meñique, y luego lo mismo con los dedos de la mano izquierda, sujetándolos con la mano derecha. Creo que esto te puede ayudar a relajar y a estar mas tranquila”
“Te prometo que lo haré esta misma noche, antes de dormir”
y efectivamente esa misma noche lo empezó a hacer. Cuando volví a verla, el viernes por la mañana, la cara de Encarnación era de total alegría. Me recibió con un abrazo de gratitud y cariño. “El martes empecé a hacerme lo de los dedos después de cenar, viendo la tele, y ¡Alas 11 y media me entró sueño y me fui a la cama a dormir, y NO ME DESPERTÉ HASTA LAS 9 !. Y desde el martes, ya todos los días.
Ese día era un día de los que la vida nos regala de vez en cuando. María (Boletín Mayo) había curado su dedo, Encarnación dormía toda la noche sin dolor, e incluso había bajado la dosis de la bomba de morfina.
Durante los dos meses siguientes vi como encarnación recuperaba vitalidad, se sentía con unas fuerzas renovadas que incluso llegó a plantearme “si he podido con el dolor ya ahora duermo cada noche, ¿Qué estará pasando dentro de mi?, ¿tu crees que se me puede estar quitando ”lo que tengo”?
“No lo se Encarnación, no tengo experiencia, se que te veo tan fuerte, con esta alegría y este optimismo, y en mi corazón deseo lo mejor para ti, pero no quiero transmitirte falsas esperanzas, pero tampoco quiero robártelas”